martes, 21 de abril de 2020

3. DIVERSIDAD LINGÜÍSTICA DE PUEBLOS HISPANOHABLANTES (Tercer trimestre)




PROYECTO: Dime cómo hablas y te diré de dónde eres...

ÁMBITOS: Participación Social y Estudio

PRÁCTICAS SOCIALES DEL LENGUAJE:
A) Reconocimiento de la diversidad lingüística y cultural.
B) Intercambio oral de experiencias y nuevos conocimientos.

APRENDIZAJES ESPERADOS:
A) Investiga sobre la diversidad lingüística y cultural de los pueblos hispanohablantes.
B) Participa en una mesa redonda sobre un tema en específico.





Ve el siguiente siguiente video y contesta las preguntas que se presentan en seguida.


1. ¿Crees que es difícil el español? ¿Por qué?

2. ¿La pronunciación del español es la misma en todos los países donde se habla español?

3. ¿Qué palabra o expresión escuchaste en el video que  se usa en otros países y para nosotros tiene otro significado?

4. ¿Hablan igual los jóvenes y los adultos?

5. ¿Conoces a algún objeto, cosa o animal que reciba varias denominaciones para nombrarla en nuestro país?

6. ¿Sabes en cuántos países se habla español? Enuméralos .



La palabra español, o sea el nombre mismo de nuestra lengua, es un extranjerismo. La explicación de la paradoja no es difícil. Eran los extranjeros quienes veían a España como un todo. En España misma no había “consciencia de España”: se decía “soy navarro”, “soy leonés”, etc., pero no “soy español”.  

¿Sabías que… ‘casa’ viene del vocablo latino casa que significaba ‘jacalito’ y no de domus (casa); que casi todas las frases que hacen referencia a Dios vienen de la tradición árabe, como la palabra ‘ojalá’ (‘si Dios quiere’); que palabras como fineza, armonía, joven, líquido y anhelar, por mencionar algunas, eran las palabras ‘domingueras’ del siglo XVII; que durante varios siglos cada quien escribía como se le daba la gana, que no había una norma y que fueron los impresores los que se encargaron de unificar la ortografía? 





CONCEPTOS, VARIACIÓN LÉXICA Y CULTURAL
Raúl Avila


Las palabras se presentan escritas y habladas. En ambos casos se pueden encontrar variantes geográficas para algunos conceptos. La variación léxica, además, va más allá de la simple equivalencia de términos. Hay aspectos connotativos que, aunque se intuyen, pocas veces se analizan a detalle. Así, el piso español -apartamento, departamento en América- ocasiona que el piso o nivel de un edificio se llame, en ese país, planta (en México solo se habla de planta baja). La regadera mexicana  -para plantas y para bañarse- se transforma en regadera (para plantas) y ducha (para personas); pero el zumo español corresponde en México al jugo de la fruta, porque en ese país zumo significa el vaporcillo que sale de la cáscara de naranja cuando se estruja. Las palomitas mexicanas y españolas en la Paz se convierten en pipocas, las pequeñas y pasancallas, las grandes. Las dos, por cierto se venden por kilos en las calles de la ciudad. Son productos de la cultura de maíz, y no de Hollywood o de los cines. Por eso hay un buen número de sinónimos americanos como popocas, poropó, rositas de maíz, cabritas, canchita, cotufas, maíz pira, y pochoclo, e incluso se usan las voces provenientes del inglés pop y popcorn (Avilá 2006).

La complejidad léxico-semántica puede advertirse en los siguientes ejemplos de las ciudades de México y la Habana; en la primera se usan los términos losa (entrepiso de concreto u hormigón), placa (matrícula de vehículo) y chapa (para abrir y cerrar una puerta); en la segunda ciudad esos conceptos corresponden a las voces placa, chapa y yale.

Hay historia y cultura detrás de las palabras. Un buen ejemplo de esos hechos es el de los términos tablero y salpicadero (donde van colocados los instrumentos e indicadores de un vehículo). El primero se utiliza sobre todo en América, y el segundo se prefiere en España. El DRAE ofrece dos acepciones para salpicadero: 1 m. En los vehículos automóviles, tablero situado delante del asiento del conductor, y en el que se hallan algunos mandos y aparatos indicadores. 2 m. En el pescante de algunos carruajes, tablero colocado en la parte anterior para preservar de salpicaduras de lodo al conductor. En cambio, en la acepción 16 de tablero remite a salpicadero: 16. m. salpicadero (del automóvil).Como se ve, el DRAE no pudo evitar el utilizar la palabra tablero para definir salpicadero término que se emplea al mismo tiempo para desambiguar el primero, pero no se preocupó por señalar que, precisamente, el tablero se utilizaba originalmente también para evitar las salpicaduras que podía recibir el conductor de carruajes. Como consecuencia del salpicadero y del tablero, en México se dice salpicadura al guardabarros español (guardafangos en Cuba y Honduras, de acuerdo con el DRAE. De paso, las dos voces tienen un número semejante de menciones en la world wide web de la Internet (unas cuatrocientas mil, a partir de Google).

Entre las diversas regiones donde se habla español no solo hay diferencias lingüísticas. Las que he ejemplificado pueden considerarse, además, culturales. Esto deja inevitablemente su huella en el lenguaje. Hay realidades diferentes que requieren necesariamente, nombres diferentes. Son hechos tan antiguos que se advierten desde el inicio de la conquista de América, cuando los primeros españoles encontraban cosas en este continente para las que no tenían nombre en su lengua materna. Por eso se referían a las nuevas cosas con nombres viejos. Por eso al ananás le llamaron piña, y aquí aprendieron a comer la ya mencionada papa, que se extendió a todo el mundo. Me he referido previamente a la variación léxica y sus matices, de manera esquemática. A estos ejemplos habría que añadir muchos otros, sobre todo con la flora y la fauna americanas, pero también con la comida.

En la investigación sobre lo que en México se conoce como antojitos  -comida típica hecha con maíz-se encontró como podría esperarse, que en los diccionarios españoles no se consignaban todas esas voces (Ávila 2006). Incluso en uno de ellos de tipo didáctico, del español actual, no aparecía uno solo de esos términos (Anaya, 1997). En cambio en uno de los diccionarios integrales del español de México aparecían todas esas voces; y en otro, de tipo didáctico, todas menos dos (Lara 1996, Ávila 2004).

Los ejemplos anteriores son significativos, pero no los únicos que permiten encontrar diferencias léxico-semánticas de tipo cultural entre los dialectos del español americano y los del español peninsular. Basta pensar, por ahora, en los diferentes nombres y clases del chile o ají que se pueden descubrir en un mercado mexicano; o en los correspondientes a la papa que se utilizan en el área de los Andes.



  • ¿A qué se deben las confusiones que menciona el autor del texto?
  • ¿Según el autor, qué pasaba cuando los españoles encontraban cosas que no las tenían en su país?
  • ¿Por qué crees que existen variantes léxicas en Hispanoamérica?

PRODUCTO 1: Libreta de variantes léxicas de Hispanoamérica (regionalismos), que se trabajó durante todo el ciclo escolar.


PRODUCTO 2: Mesa redonda "estereotipos y prejuicios de los hispanohablantes". (Revisar lecturas del libro de texto -Pp. 100-111).

NOTA: Revisa el tema de la Mesa Redonda.






















  














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